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"Conversar es armonizar.

Es latir al mismo ritmo".

Somos seres interconectados, nos afect-amos todo el tiempo. Nos cruzamos y volvemos a cruzar.

"Conversar Terapéutico" es un espacio de acompañamiento psicoterapéutico, que combina herramientas convencionales con prácticas que conectan con la naturaleza, los ritmos vitales y la sabiduría ancestral.

Conversar terapéuticamente es crear un espacio donde las palabras dejan de ser herramientas para convertirse en puentes sensoriales. No es un diálogo racional, sino un acto de tejer significados en momentos de crisis, transiciones vitales o heridas del trauma.

 

Claves del Proceso

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-La palabra transita libre: vibra en el cuerpo, resuena en el corazón y traza caminos hacia la armonía emocional y mental.

- Reconocimiento de la narrativa entrelazada: tu vida es una historia personal "y" colectiva, moldeada por contextos culturales, económicos y sociales.

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Dos Dimensiones de la Existencia

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El conversar terapéutico ilumina cómo habitamos simultáneamente:

-Lo humano/social: relaciones, identidades, estructuras.

-Lo natural/vital: ciclos biológicos, ecodependencia, pertenencia al mundo vivo.

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​¿Qué Transformamos?

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La verdadera armonía surge cuando reemplazamos la imposición de la razón por la escucha empática. Este enfoque:

- Revela lo que nos fractura.

- Desentraña lo que nutre nuestro placer de existir.

- Siembra afectos que sanan biografías individuales y tejidos comunitarios.

 

Tres Conexiones Restauradas

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La meta no es "solucionar", sino restaurar conexiones:

-Consigo mismo: integrando razón y emoción.

-Con lo colectivo: vinculando historia personal y contexto social.

-Con lo vivo: reconciliando humanidad y naturaleza.

 

Búsquedas: Ritmos Compartidos, no Conclusiones

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Al conversar terapéuticamente, emergen:

- Arrullos comunitarios: redes de cuidado mutuo nacidas de silencios y palabras.

- Conversa política-poética: actos que transforman lo íntimo en fuerza colectiva.

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Al conversar terapéuticamente, no buscamos respuestas perfectas, sino ritmos compartidos que disuelvan la rigidez de lo puramente racional. Así, lo que emerge no es una conclusión, sino un arrullo comunitario: afectos que reparan biografías y tejen redes de cuidado mutuo.

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